¿Qué producir? (II). El reiterado fiasco del vídeo–teléfono

Ejercicio

En 1964, AT&T lanzó ensayos y pruebas del primer teléfono con imágenes, que se llamaba entonces “Picturephone”. En 1988, varias empresas japonesas llegaron a vender unos 250.000 teléfonos que transmitían, además de la voz, imágenes fijas de los interlocutores. En 1992, AT&T volvió a la carga con el “Videophone 2.500”, que incorporaba unas pequeñas pantallas en color y transmitía varias imágenes por segundo. No obstante, las ventas totales no llegaron a 100.000 aparatos. Además, pese a que empezaron vendiéndose a 1.500 dólares, AT&T acabó por regalar los últimos que le quedaban. En la misma época en que se producían estos fracasos, hemos podido presenciar cómo otros productos electrónicos que empezaron siendo igualmente caros y poco eficaces (grabadoras y cámaras de vídeo, magnetófonos, televisores) acabaron mejorando su calidad y abaratándose enormemente al producirse en masa, una vez que respondía la demanda. (a) Parece casi seguro a estas alturas que no existe una gran demanda de vídeo–teléfonos. ¿Sabría sugerir por qué? (b) Ciertamente, la estimación de las necesidades humanas es siempre problemática, pero ¿por qué se cometieron tantos errores con este producto?

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Basado en “A Word Is Worth 1,000 Pictures” (The Economist, 5 de octubre, 1996, p. 100).

Análisis

a) Posiblemente, al usuario de teléfono no le proporciona suficiente utilidad adicional añadir imágenes a su conversación oral. Es más: en muchas situaciones, en vez de aumentar su utilidad, las imágenes la reducen, porque condicionan el comportamiento y la apariencia de los que hablan. En otras palabras: uno de los aspectos útiles del teléfono convencional es precisamente que podamos hablar sin que nos vean y, posiblemente, ello nos relaja y nos permite concentrarnos en la comunicación verbal, además de reducir de forma drástica los costes relacionados con la apariencia externa. (Recuerde el diferente aspecto que presentan los locutores de radio y de televisión, incluso fuera del trabajo, así como el frecuente fracaso de los primeros cuando pasan a trabajar en televisión). Tal vez incluso el tono de la voz transmite demasiada información inútil o ruidosa, lo cual ayudaría a explicar el éxito del correo electrónico.

b) Es difícil saber por qué estas empresas se equivocaron de tal modo. Dado que parece existir un error sistemático, la causa tal vez no sea el azar, sino que quizá haya que buscarla en que se trataba de monopolios y, como consecuencia, más propensos a servir a sus empleados (en este caso, sus científicos y diseñadores, en su afán de crear un nuevo mundo) que a sus clientes. Por ejemplo, el Picturephone fue inventado en los laboratorios Bell, una división de investigación de la AT&T con incentivos no del todo lucrativos, como revela su fracaso en rentabilizar sus descubrimientos. Por ejemplo, tras inventar el transistor en 1948 no explotaron el descubrimiento debidamente hasta que una licencia de fabricación acabó siendo adquirida por Sony a Western Electric en 1952 por muy poco dinero, dando lugar a la primera radio de bolsillo. (Observe que, para este argumento, es importante utilizar un concepto contractual o, al menos, no antropomórfico de empresa).



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