Ejercicio

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la desaparecida Unión Soviética, Gennadi Gerasimov, contaba hace años una historia en la que todo el mundo se había vuelto comunista, excepto Nueva Zelanda. A la pregunta de por qué Nueva Zelanda, la respuesta no se hacía esperar: “Por que alguien ha de decirnos por dónde andan los precios mundiales”. [1] ¿Por qué a los economistas soviéticos les resultaba tan difícil conocer los precios?  ¿Por qué no podían obtenerlos mediante prueba y error? 

[1] “Soviets Are Moving To Learn, and Earn, FromFree Economies” (The Wall Street Journal,8 de octubre, 1986, p. 1).

Análisis

Por la imposibilidad de producir y procesar toda la información relevante. La fijación de precios de equilibrio mediante prueba y error fue defendida por los economistas Oskar Lange y Abba Lerner (en polémica con Von Mises y Hayek). Según ellos, un sistema económico comunista podría funcionar a la perfección si se fijasen precios iguales a los costes marginales, para lo cual bastaba que el planificador observase la situación de escasez o abundancia de los mercados y corrigiese los precios en consonancia. La respuesta crítica, con base en Hayek, es que tal argumento olvida el problema informativo de semejante proceso de decisión.

Demsetz completa esta crítica al subrayar el papel motivador de los derechos de propiedad: El pretender que el directivo socialista responda a las variaciones de precios como lo hace el capitalista olvida la conexión entre “la eficiencia con la que se produce el producto y la base de propiedad privada que motiva el comportamiento [....] La amenaza de sufrir una pérdida en el valor de lo que él posee es lo que lleva a permanecer leal a la soberanía de los consumidores. Sepárense sus acciones de esta disciplina, asignando las consecuencias sobre la riqueza al estado socialista, y su motivación para servir a los consumidores es debilitada” (Demsetz, 1982, p. 24).



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