Invertir en redes eléctricas para asegurar un futuro sostenible

Cinco Días, 2 de octubre de 2023, p. 11

Europa se enfrenta a un momento crucial en la transición hacia un futuro más verde y sostenible. La expansión de las energías renovables y la electrificación de la economía son pasos esenciales para lograr los ambiciosos objetivos climáticos de la Unión Europea. Sin embargo, la proliferación de energías no contaminantes y las buenas intenciones tropiezan con un problema fundamental: una infraestructura de redes eléctricas insuficiente y obsoleta.

En un artículo de opinión reciente, Kadri Simson, Comisaria de Energía de la Unión Europea, enfatizaba la importancia crítica de mejorar las redes: "No es posible un futuro verde para Europa sin una red eléctrica mejorada". La afirmación de la máxima responsable energética de Europa resumía así la urgente necesidad de invertir en redes eléctricas para facilitar la transición hacia unas economías bajas en carbono.

El desafío es reconocido por todos las partes implicadas, desde las empresas y sus asociaciones patronales, los políticos a los reguladores o las entidades supranacionales. Además de la comisaria europea, la ministra española Teresa Ribera, ambas patronales europeas —eléctrica y renovable— o la asociación de redes eléctricas han coincidido en expresar el carácter crítico de estas inversiones.

Europa apuesta sin reservas por fuentes renovables con el objetivo de que al menos un 42,5 por ciento de la electricidad se produzca con energías limpias y de alcanzar la neutralidad climática en 2050. Pero los proyectos de energías renovables se enfrentan a demoras en la conexión a la red por falta de capacidad de las infraestructuras.

Esta falta de acceso está frenando doblemente el despliegue de fuentes de energía más limpias y obstaculizando el camino hacia la neutralidad climática. Por un lado, muchas plantas ya construidas tardan en entrar en funcionamiento al no tener pleno acceso a la red. Otro, muchos proyectos de generación se abandonan debido a esta incertidumbre en cuanto a los plazos de acceso y conexión a la red.

España, sin ir más lejos, tiene más de 100 GW de proyectos renovables esperando conexión. Cierto que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) ya contempla inversiones en redes de 52.900 millones de euros entre 2023 y 2030; pero la industria considera que esta cifra es insuficiente para atender al crecimiento esperado de las renovables.

Tanto la Comisión Europea como la asociación europea para fomentar la cooperación entre operadores de redes de transmisión (ENTSO-E) han subrayado la necesidad de acometer inversiones masivas en redes eléctricas para hacer efectiva la transición energética. Estas inversiones —que Europa estima en 584.000 millones de euros hasta 2030— no se dirigen sólo a modernizarlas, sino a aumentar su capacidad y modificar su estructura, requisitos ambos imprescindibles para alcanzar ese futuro sostenible al que aspira Europa.

Las dificultades a superar son notables

Uno de los principales desafíos es cómo financiar esas inversiones. La Comisaria Simson aboga por la creación de nuevos mecanismos financieros más flexibles que sustituyan a las grandes y en ocasiones arriesgadas inversiones a largo plazo. La adopción de esas fórmulas de inversión permitiría acelerar la expansión de redes y del almacenamiento de energía, elementos vertebradores clave para la eficiencia y neutralidad energética y para asegurar el suministro.

También es crucial racionalizar las regulaciones que hoy a menudo ralentizan indebidamente el desarrollo de estas infraestructuras. Para agilizar la expansión de las redes eléctricas, urge simplificar los procesos de autorización y hacer más transparentes las reglas de conexión.

Mejorar las interconexiones transfronterizas es otro de los grandes desafíos de una Europa que necesita garantizar la flexibilidad, la seguridad y la eficiencia de sus redes, asegurando así precios más competitivos y estables a los consumidores.

Asimismo, cada vez es más evidente que debemos proteger la cadena de suministro, que es un componente crítico no sólo para acometer con éxito estas inversiones sino para su mantenimiento futuro. Por ello, Europa debe controlar una mayor capacidad para fabricar equipos de red, desde subestaciones hasta cables y transformadores. Este es un camino que requiere, como apoyo fundamental, una mayor estabilidad y previsibilidad regulatoria.

Por último, para el desarrollo de nuevas infraestructuras es esencial contar con el apoyo de las comunidades locales, lo que exige involucrarlas y asegurar que compartan los beneficios de una red eléctrica más robusta y generadora de riqueza.

Sin una infraestructura eléctrica moderna y eficiente, los objetivos climáticos de la Unión Europea acabarían siendo un brindis al sol. Es hora de poner en primer plano la modernización de las redes eléctricas, lo que exige superar los desafíos financieros, regulatorios y sociales que hoy impiden su desarrollo.